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ANÉCDOTAS EN BLANQUIAZUL
Una historia que se repite 48 años después En la temporada 57-58 el Málaga tuvo que usar a Madariaga, que estaba en la misma situación que Morales, el jugador aceptó, marcó 3 goles y mantuvo al equipo en Segunda
JUAN CORTÉS/
Con frecuencia, la historia se repite en los anales del Málaga. Hace 48 años la actualidad giraba en torno a la solución del problema planteado por la obligada ausencia de un delantero titular que coincidía con la circunstancia de que su posible sustituto en la nómina estaba marginado, con la carta de despido en el bolsillo. 'Chengue' Morales tiene contados sus días en el titular malacitano. Y Francisco Madariaga había dejado de contarlos porque tenía ya en su bolsillo la carta de libertad del once de Martiricos. Si ayer no se pudo contar con Salva, por sanción federativa, entonces no se podían utilizar los servicios del titular Coco, que se encontraba lesionado. Ahora la temporada está en sus inicios; entonces para clausurarla únicamente faltaba un partido. Entonces el premio en liza significaba la continuidad del club en Segunda. El decisivo encuentro estaba señalado para el 21 de junio del 58.
La carta de libertad
Las imprevisiones de los reglamentos de la Federación Española crearon una laguna en la que el viejo Málaga fue el primero en caer. En la temporada 57-58 estaba vigente una disposición que obligaba a los clubes a anunciar sus determinaciones de futuro para los jugadores que terminaban contrato el 30 de junio. Madariaga cumplía el contrato de tres temporadas que suscribió con el cuadro malaguista el 11 de septiembre de 1955. Y el 15 de junio, cuando la competición solía estar normalmente finalizada, había que
cumplimentar la disposición federativa. Aquella temporada, los problemas del cuadro de Martiricos habían prolongado el año balompédico al tener que disputar la promoción para defender la permanencia en Segunda. Fue un año conflictivo. Parres se estrenó como presidente y apenas se posesionó destituyó al entrenador, Manolo Echezarreta, relevándolo con Chales. Quedaban sólo siete encuentros y, de los catorce puntos en litigio, el equipo precisaba un mínimo de media docena para no descender. Sumó nueve. Al adjudicarse los seis últimos del torneo, se salvó del temido descenso automático a Tercera y se le ofreció la tabla de salvación de la promoción. Los aficionados habían pasado de la euforia de la temporada anterior, el de la famosa malagueñización del titular, a la decepción del temido regreso a Tercera. Chales confío la salvación del equipo a los jugadores que había ido forjando en el Malagueño: Galacho, Bruna, Coco, Bernardi y el quinteto atacante que formaban 5 malagueños: Mangui, Cebrián, Coco, Pipi y Bernardi. Aunque del trienio de Madariaga como blanquiazul el último año fuese el mejor -fue el segundo mejor goleador, con catorce goles-, por su edad (28 años) y por el proyecto de rejuvenecer el elenco, no se contaba con él para el siguiente ejercicio. Y así cuando se disputó el primero de los encuentros promociónales con el Castellón, el club, por imperativo federativo, le había anunciado que se prescindía de sus servicios y que tenía la carta de libertad. En realidad, hacía tres meses que no se contaba con su concurso.
Chales, desde que se hizo cargo del equipo, el 13 de abril, mantuvo en el quinteto atacante. Dieciséis goles en siete partidos daban crédito a sus componentes y esperanza de alcanzar la salvación en la promoción de permanencia. El Málaga perdió el partido de ida por 1-0. Para el decisivo de vuelta se incorporaba al ataque Pipi formando ala con Bernardi, pero causaba baja Coco, que había anotado media docena de goles en los seis últimos encuentros. El Málaga se planteó la duda de cual sería la disposición de Madariaga cuando se le comunicara la necesidad de utilizar sus servicios cuando ya se le había notificado su despido.
Tres goles en el adiós
Chales aseguró al presidente que Madariaga actuaría como si tuviera por delante un contrato renovado y que aceptaría el riesgo de una posible lesión. El entrenador valoraba su actitud en los entrenamientos, en los que participaba como si tuviera que ganarse un puesto en la alineación del próximo domingo y no se le hubiera ya comunicado que no se contaba con él para el año siguiente. Acertó plenamente el entrenador. Francis Madariaga, que llegó procedente de Osasuna y colgó las botas años después en el Baracaldo, aceptó el reto y no opuso la menor resistencia a jugar a pesar de su condición prácticamente de ex malaguista. Dejó constancia de su alto grado de profesionalidad. Ocupó frente al Castellón en el decisivo encuentro de vuelta en La Rosaleda el centro de la delantera acompañado, a la derecha, por Mangui y Cebrián, y a la izquierda por la mas histórica y recordada ala izquierda compuesta por Pipi-Bernardi. El Málaga superó crecidamente el 0-1 del partido de vuelta al derrotar al Castellón por 5-0.
Dentro de la apoteosis del paseo a hombros de Chales y de la salida a los medios, a petición de los aficionados, del presidente Julio Parres, el verdadero triunfador de la jornada fue el ya ex jugador malaguista Francisco Madariaga Arizmendi. Porque en aquel su último encuentro vestido de blanquiazul, inscribió su nombre con letra de oro en el palmarés del club de Martiricos. Era el primer jugador que se alineaba en él después de haber sido dado de baja. Y para decir adiós a los aficionados malagueños
les brindó un 'hat-trick' que permitió la continuidad malaguista en Segunda. Aquella temporada en la que Madariaga se despidió del Málaga consiguió los dos únicos 'hat-trick' del ejercicio. Hasta los que le habían discutido como jugador manifestaron su devoción al profesional.
A 'Chengue' Morales se le ha brindado la ocasión de ser el Madariaga malaguista cuarenta y ocho años después. Pero...Está claro fue el fútbol de hoy no es el fútbol de ayer. Y que hay habría muy pocos Madariaga, si es que hubiera alguno.
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